lunes, 30 de octubre de 2017

SEMANA # 34 FILOSOFIA


ASPECTOS CULTURALES Y ECONÓMICOS DEL RENACIMIENTO



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TALLER Y SOCIALIZACIÓN


El Renacimiento se caracterizaba aún más por el «individualismo» de lo que se habían caracterizado las sociedades de la Antigüedad. No sólo somos personas, también somos individuos únicos. Esta idea podía conducir a un culto al genio. El ideal llegó a ser lo que llamamos «un hombre renacentista», expresión con la que se designa a una persona que participa en todos los campos de la vida, del arte y de la ciencia. Esta nueva visión del hombre también se manifestaba en un interés por la anatomía del cuerpo humano. Se volvió a disecar a muertos, como se había hecho en la Antigüedad, con el fin de averiguar la composición del cuerpo. Esto resultó ser muy importante tanto para la medicina como para el arte. En el arte volvió a aparecer el desnudo, tras mil años de pudor los hombres se atrevieron a ser ellos mismos. Ya no tenían que avergonzarse –Suena como una especie de borrachera –dijo Sofía inclinándose sobre una pequeña mesa que había entre ella y el profesor de filosofía. –Sin duda. La nueva visión del hombre trajo consigo un nuevo «ambiente vital». El ser humano no existía solamente para Dios. Dios había creado al hombre también para los pro-pios hombres. De esta manera los hombres podían alegrarse de la vida aquí y ahora. Y en cuanto se permitió al ser humano desarrollarse libremente, éste tuvo posibilidades ilimitadas. La meta fue sobrepasar todos los límites. También ésta era una nueva idea en relación con el humanismo de la Antigüedad, que había señalado que el ser humano debería conservar la se-renidad, la moderación y el control. –¿Perdieron los humanistas del Renacimiento el control? ; –Desde luego no fueron muy moderados. Tenían una especie de sensación de que el mundo despertaba de nuevo Así surgió una pronunciada conciencia de época. Fue en ese período en el que se introdujo el nombre «edad media» para denominar todos aquellos siglos entre la Antigüedad y su pro-pia época. Hubo un florecimiento impresionante en todos los campos, tales como el arte y la arquitectura, la literatura, la mú-sica, la filosofía y la ciencia. Mencionaré un ejemplo concreto. Hemos hablado ya de la Roma de la Antigüedad, que tuvo los enorgullecedores apodos de «ciudad de las ciudades» y «om-bligo del mundo». Durante la Edad Media la ciudad decayó, y en 1417 esa ciudad, que había tenido en la Antigüedad más de un millón de habitantes, ya sólo contaba con 17. 000. –No muchos más de los que tiene Lillesand. Para los hu-manistas del Renacimiento, la reconstrucción de Roma se con-virtió en un objetivo político y cultural. La obra más impor-tante que se emprendió fue la edificación de la iglesia de San Pedro sobre la tumba del apóstol San Pedro. En lo que se re-fiere a esta iglesia difícilmente se puede hablar de moderación o control. Algunos de los principales personajes del Renaci-miento participaron de alguna manera en ese enorme pro-vecto de construcción. Desde 1506 v durante 120 años se lleva-ron a cabo las obras de la iglesia y aún tuvieron que pasar cincuenta años más hasta que la gran plaza de San Pedro es-tuvo acabada. –¡Tiene que ser una iglesia enorme! –De largo mide más de 200 metros, de alto 130 y tiene una superficie de más de 16. 000 m2. Pero ya hemos dicho sufi-ciente de la osadía de los renacentista. También tuvo mucha importancia el hecho de que el Renacimiento trajera consigo un nuevo concepto de la naturaleza. El hombre se sentía bien con su existencia... dejo dc considerar la vida en la Tierra como una mera preparación par a la vida en el cielo... y esto creo una nueva actitud ante el mundo físico. La naturaleza fue considerada como algo positivo, Muchos pensaban que Dios estaba presente en la Creación. Es infinito v por tanto también debe estar en todas partes. Tal interpretación se llama panteísmo. Los filósofos medievales habían subrayado ese enorme abismo que existe entre Dios y su Creación. Ahora se decía que la naturaleza era divina, o más aún, que era una «prolonga-ción de Dios». Ideas nuevas como éstas no fueron siempre bien recibidas por la Iglesia. De eso tenemos un ejemplo dramático en lo que le sucedió a Giordano Bruno. No sólo declaró que Dios estaba presente en la naturaleza, sino que también dijo que el espacio era infinito. Y por ello le castigaron muy severamente

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