lunes, 14 de agosto de 2017

SEMANA 27



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EL CÓDIGO DE MANÚ
 Las leyes teocráticas indas provienen, pues, de Dios mismo, según los brahmanes.

La introducción de ese Código grandioso, llamado Darma-Sastra, es la historia de la génesis del mundo:

Manú, en reposo, se entrega a la meditación... El mundo yacía entonces envuelto en espesas tinieblas y sumergido en sueño por todas partes. Entonces Suayambú, el Ser existente por sí mismo, en cuanto los sentidos extremos pueden comprender, hizo perceptible el universo mediante los cinco elementos primitivos, se manifestó, y, resplandeciendo con la claridad más pura, disipó la oscuridad...

Habiendo decidido él solo, el Ser Supremo, hacer que todas las cosas emanaran de su propia sustancia (de la sustancia del Ser), hizo que surgieran las aguas y en ellas depositó un germen fecundo.

Ese germen se transformó en huevo de oro, brillante como astro de mil rayos luminosos, y en el cual el Ser Supremo se reveló en la forma de Brahma...

Por medio de partículas sutiles emanadas del Ser se constituyeron los principios de todas las cosas que formaron este mundo perecedero, derivado del Ser imperecedero. Cada uno de los elementos primitivos adquiere las cualidades de todos los que le preceden: de ese modo un elemento cualquiera, mientras más separado esté en la serie, más cualidades reúne.

El Ser Supremo atribuyó a cada criatura una categoría distinta, y con arreglo a esa categoría, actos, funciones y deberes diversos.

Así fueron creados los seres de todas clases.

Esos seres, en virtud de actos anteriores, nacen entre los dioses, los hombres o los animales, y experimentan sus transformaciones sin fin a través del mundo que se destruye y se renueva sin cesar.

Después de haber creado el universo de esa manera, Aquel cuyo poder es incomprensible desapareció de nuevo, absorbido en su alma y remplazando el tiempo que pasa por el tiempo que viene. Cuando ese dios vela, el Universo realiza sus actos; cuando duerme, su espíritu queda absorbido por un profundo letargo y el Universo se destruye a sí mismo. Y por medio de esos sueños y de esos reposos alternativos el Ser inmutable, sin cesar y sin fin, hace vivir o morir al conjunto de criaturas inmóviles o vivientes.

Un día de Brahma comprende más de 4 000 millones de años humanos y se divide en 14 épocas: cada una de esas épocas está presididas por un Manú y terminada por un diluvio que todo lo destruye.

Cuando el día de Brahma concluye, la noche de Brahma comienza: entonces el mundo no existe porque todo entra en la nada (en lo indeterminado).

Un día y una noche de Brahma forman un Kalpa, 360 Kalpas constituyen un año divino. Al término de cien años de esa clase, el Universo se disolverá de nuevo y el mismo Brahma entrara en la nada (en lo indeterminado) del Ser Supremo, del Ser que sólo existe en Sí.

Después, el Ser que existe en Sí da nacimiento a un nuevo Brahma, y las creaciones comienzan de nuevo.

Al meditar acerca de esa sucesión fantástica de creaciones, de diluvios, de millones de años que se extinguen, para que después de ellos otros periodos de millones de años renazcan y se prolonguen, siempre bajo la perspectiva incesantemente fugitiva de lo porvenir, se cree uno haber penetrado en esos maravillosos templos de la India, en los que las salas, semejantes las unas a las otras, se suceden en el silencio de los subterráneos, a lo largo de vastos y sombríos claustros donde varios dioses de piedra presencian la lenta huida de los años.

El Darma Sastra comprende seis grandes divisiones:
1ª El Veda;
2ª El Vedanta, sistema filosófico;.
3ª El Achara, ceremonia del culto religioso y preceptos de la vida doméstica;
4ª El Vyavahara, código de leyes políticas y civiles;
5ª El Prayas Sitta, tratado de las expiaciones;
6ª El Karma-Phala, que determina la sucesión de los actos en el desarrollo de las existencias.

El primer cuidado de la ley es el establecimiento de las castas. Cada una tiene sus deberes perfectamente definidos: a los brahmanes corresponde el estudio de los Vedas y la celebración de los sacrificios; los chatrías o guerreros deben proteger al pueblo; los Vaisías, labrar la tierra y criar los animales domésticos; los Parias no tienen más que un deber, y es el de servir a las clases precedentes.



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